15.10.08

Pensamiento

De tanto pensar aprendí que un exceso de pensamiento puede ser terrible.

Cuando era chico rezaba por miedo. Me aterraba pensar que, si no pedía por la salud de mis seres queridos, todos morirían. Por esta razón recitaba, entre otras cosas, el Angel de la guarda en todos los pronombres personales. Pero un día me olvidé de hacerlo y nadie murió. Otros tantos días, lo mismo. Asi fui dejando todo hábito religioso y entré en mi adolescencia. Un tiempo después me encontré calculando y, calculando, aprendí que un exceso de cálculo puede ser terrible. Todas esas cosas terribles que imaginaba que podían pasar, no pasaban. Si imaginaba que durante un viaje toda mi familia moría en un accidente de autos, eso no pasaba. Si imaginaba que al volver encontraría mi casa deshecha por una explosión y la policía en la puerta, eso tampoco pasaba. De esto casi no quedan vestigios en mi persona, excepto ante algunas ocasiones especiales. Pero el cálculo se convirtió en un método de defensa y ya no en uno de protección para mi entorno. Si yo calculaba todo lo que podía pasar iba a saber cómo reaccionar en el momento justo. Ya no me iba a quedar sin una respuesta ingeniosa, la palabra justa, el movimiento agraciado ni la hazaña en puerta. El método parecía perfecto en la teoría. Lo que sucedió fue que, muchas veces, pasaban cosas que no había alcanzado a calcular y, cuando mi cálculo era preciso, la situación que se me presentaba resuelta carecía de emoción. Lo terrible de esto es que no se trataba de experiencias extremas, sino de cosas totalmente cotidianas.

1 comentarios:

Anónimo 11 de junio de 2009, 9:07  

exelente Gonza a mi pasaba algo parecido....triste

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Gonzalo Nogueira · http://gonzalonogueira.blogspot.com · gonieska@yahoo.com.ar