A veces no me doy cuenta de que puedo vivir todo el tiempo haciendo lo que estoy haciendo. Ese es mi gran descubrimiento. Me animo a llamarlo EL DESCUBRIMIENTO DE MI VIDA.
Parece tonto, pero muchas veces me imagino lo que puede pensar el otro; y en este preciso momento tiemblo y no sé qué pensar.
Estar seguro es otra cosa. Estoy seguro, por ejemplo, de que en mi mente solo existe mi mente y de que curarse es más fácil e inmediato de lo que parece: dejar de tener miedo. Estamos siendo demasiado precavidos, todos...
Construyo una casa imaginaria, para protegerme, me meto adentro y, ya protegido, le construyo más y más encima. Mi refugio colapsa, se cae y me aplasta.
Estoy bajo los escombros mentales buscando una forma mental de resolver el problema cuando podría dejar de responder a ellos. Si lo crea mi mente, mi mente lo destruye.
Es la oportunidad... Como un cumpleaños, año nuevo, principio de mes, lunes...
Yo no sé si el terror es que el mundo colapse o que se descubra el verdadero camino. Quizás los Mayas tienen razón y para el 2012 el cambio es ineludible. Vamos a tener que aceptar el rumbo aun estando totalmente negados. Vamos a tener que echar al diablito, abrir las ventanas, acomodar la cama-
Me acordé de algo de la infancia muy lindo.
Me he levantado varias veces unas mañanas casi madrugadas costeras. Esas de a la tarde va a hacer calor, pero ahora el tiempo está medio feo. Sí, a la tarde se compone, pero ahora, el cielo está medio rosado, medio oscuro, medio tiza. Estaba sin remera, con las ventanas y la puerta abierta; como si todo el tiempo hiciera calor en la playa, como si el coraje le dijera a la voluntad:
- Dejá, si no tenes ganas de ir a buscar la remera, ya fue... Me la aguanto un poco y listo...
- ¡Ay! ¿¿En serio??
- Si, boluda. Cómo no lo voy a hacer... Si vas siempre. Por ahi un día querés descansar... Estás en todo tu derecho, boluda...
- ¿Si? ¿Vos decís? No sé, a mí me da un poco de cosa... Todos me tienen así como LA VOLUNTAD, ¿Viste? Y me da un poco de cosa no ir.
- Naah, no seas gila, dale. Lo venís haciendo todos los santos días, uno tras otro... No faltaste nunca...
- Y, no... La verdad que no... Y eso que hay días que, "mamita!", pero voy igual...
- Y bueno, ¡dale! Quedate tranquila... Relajate un toque, imaginate algo lindo... !Un mayordomo! Imaginate eso: No tenés que hacer nada de nada... ¡Una siesta! ¡Qué lindo una sieeesstaa ahoraaa!
- Ay, bueno, dale. Me convenciste... jejeje
Cepíllome los dientes con determinación. Todo en penumbras, mi mamá y mis hermanas durmiendo, también mis abuelos. Los perros dan vueltas... la tele está puesta con el volúmen muy bajito: esperamos que digan cómo va a estar el tiempo. Mi papá está en el baño. La luz del baño es amarilla. No alcanzo a verlo a mi papá, en cambio veo su reflejo en los azulejos, ondulante. Sé que en unos minutos me voy a poner la gorra y el rompeviento. Es una mañana sin juventud, mañana de barrio costero, de verano pero al sur, con el silencio de la calle... Un gato o un perro al trotecito: negro, olfateando las puertas de las casas, agitado, como si hubiese estado toda la noche deambulando o despierto -el perro es tan fiel.. está en todas las historias -. El portón de Pardiña: el garage precario de pastos crecidos y cocheras de chapa, piedritas blancas. La vereda es de baldozas rojas, opacas, ásperas, que se deshacen despacito... Las rayan los patines, el fierro de alguna sombrilla. Las escribíamos con piedritas... G y F. Nos quedábamos en la vereda, solos, más grandes y más chicos, primos y amigos. Hablábamos de todas las cosas, jugábamos a la mega-escondida en toda la cuadra, teníamos mascotas callejeras, libres, que conocíamos jugando. Sultán corría de costado y nos traía regalos de la playa. Chatrana se dormía en los árboles y un día se cayó adentro del basurín. Como a las 8 am empezaban a pasar los diarieros, el de los churros. Mi abuelo abría el kiosco, se sentaba en la puerta con una remera rayada un poco rota y los anteojos. Era un tipo grandote que sabía tener la mano pesada y la usaba con responsabilidad. La silla era vieja, de fierro, tapizada con plástico, un poco marrón y manchada con gotitas de pintura blanca. Llegada la media mañana, despabilado el sol, se iniciaba el desfile de viejitos del hogar Raimondi. Cada uno con su manía, sus historias y sus señas particulares: el viejo trompeta, el hediondo, el sapo. Los vecinos tambien salían: a ir prendiendo el fuego, a comprar una soda, a que el nene ande en triciclo, a lavar la ropa en las canillas... a lo de Lalo. Galletitas AVENTURA; paquete azul de limón, paquete rosa de frutilla, paquete marrón de dulce de leche. Gomitas: 10 x 10 centavos. Caramelos sueltos, cajas y latas de galletitas, damajuanas de vino, el Ecos diario, los estantes forrados con papel para cuadernos, con dibujos de nenas y sujetados con chinches. Los cigarrillos en la cigarrera y los caramelos en las bolsitas de papel de los atados, enroscadas después de llenas. Sino pasarme al sofá, The Big channel, dibujitos en brasilero, Nubeluz, la puerta abierta, la abuela con un delantal de cocina sucio y una camisa a rayas, el pelo un poco largo y canoso, despeinado; sale al patio, entra con un balde. Tiene las piernas hinchadas, camina meciéndose hacia los lados, golpea la carne con el mango de la cuchilla en la cocina, abre la heladera, saca un plato con algo, vuelve a la cocina, va al baño, saca el secador de piso, le comenta al perro que después le da de lo que deje el abuelo.
Aprovechar la mañana, respirar en la plaza, sentarse al sol, cerrar los ojos en la calle, sacarse las ojotas en la panadería. Dejar descansar la cabeza, despertar el resto del cuerpo. Cerrar los ojos, confiar, concentrarse, abstraerse, dibujarse, desdibujarse, dibujarse, colorearse y bañarse.